lunes, 26 de noviembre de 2012

como apagar un fuego por twiiter

Una beldad criolla y un lord inglés enfrentan a los nuevos medios con leyes viejas en ambos lados del Atlántico: Nashla Bogaert y lord Alistair McAlpine están dando cátedras simultáneas en ambos lados del mundo sobre cómo sofocar un incendio en Twitter. 

No habían pasado 24 horas, cuando Nashla, poco después de ser víctima de sexting masivamente, difundió una carta pública perfecta, por el mismo Internet que sirvió para  dañar su reputación bien labrada, y a seguidas, con la frescura de una lechuga, fue al Noticiario SIN, y, pim pum pam, acabó con el escándalo. 

En dos días, no se hablaba más del asunto, pero para asegurar que la medusa maledicente quedara bien matada, el pasado viernes, acudió junto a su abogada a la Fiscalía para someter una denuncia contra todos los que han difundido las fotos de su desnudez, tomadas por puro gusto, pero para consumo privado.

Un día antes, El País daba cuenta de quel lord McAlpine, allá, en Londres, también había sometido a 10 mil tuiteros identificados, que de ser declarados culpables por la difusión de un falsa información que implicaba al noble hombre en acciones pederastas,  tendrían que a pagar, en conjunto, 50,000 libras esterlinas (unos 3 millones 200 mil pesos), como mínimo.

De salir airoso el lord, y todo pinta que sí, cada tuitero con menos de 500 seguidores tendría que pagar el simbólico valor de 5 libras, pero aquellos con más de 500 seguidores tendrían que pagar más. Es decir, que el monto de alcanzaría la indemnización todavía es indeterminado.

Previamente, la BBC de Londres, donde se sugirió que el ex tesorero del Partido Conservador pudo haber sido un pederasta, e ITV, otro canal de televisión que se hizo eco del tema, pactaron indemnizar a McAlpine, en conjunto, con el pago de 310 mil libras esterlinas, equivalentes a unos 20 mil millones de pesos.

Tanto en Londres como aquí, la celebridad criolla y el lord inglés, han establecido un hito al llevar a la justicia, en conjunto, a los usuarios de redes sociales que hayan difundiendo rumores o informaciones lesivas a sus respectivas famas.

Tanto en Londres como aquí, Nashla y McAlpine, han actuado en el ámbito de los medios tradicionales y los nuevos, para controlar el daño, porque, como ya he escrito alguna vez, para iniciar las crisis, los nuevos medios, pero para sofocarlas, los viejos. 

Tanto en Londres como aquí, hasta que los marcos jurídicos se pongan al día con respecto a los nuevos medios, las viejas leyes son elementos disuasivos para los usuarios que, cual pericos, se dediquen a repetir informaciones sin medir consecuencias.

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